lunes, 8 de junio de 2009

Sobre Raymundo Gleyzer III


Entrevista a Fernando Peña, autor de "El cine quema, Raymundo Gleyzer"

Raymundo Gleyzer: la mirada silenciada
Autor: Cynthia Sabat
Entrevista realizada en 2002

Con la aparición del libro "El cine quema, Raymundo Gleyzer", Fernando Peña y Carlos Vallina coronan siete años de trabajo de investigación sobre el genio y figura de Raymundo Gleyzer, el director desaparecido que dejó en Los Traidores una película que escapó a los canones de tiempo. Fernando Peña conversó con MCI acerca de quién es Gleyzer y por qué puede ser considerado uno de los grandes artistas silenciados por la dictadura militar.

- ¿Cómo llegaste a conocer a Raymundo Gleyzer?
- En 1988 Salvador Sanmaritano me pasó una copia de Los traidores, porque quería que yo le hiciera una copia de una copia en video que había conseguido. Yo no tenía la menor idea de que existía. Cuando la ví, no lo podía creer : era extraordinaria y no se parecía en nada al cine que yo había visto del período, y me obligó a formularme un montón de preguntas sobre esa época, sobre la militancia. En ese momento no eran comunes los videoproyectores. En un centro cultural en Lanús hicieron una primera exhibición pública en video, en un televisor grande. En 1993 me enteré de que Juan Carlos Arch, un videoclubista santafesino tenía una copia en fílmico. Se la pido, me la da y me dice que la tengo que arreglar toda, y si la arreglo la puedo pasar. El la había cortado en pedazos y la había metido en unas latas y la había escondido durante toda la dictadura. Se la había dejado el propio Gleyzer en 1973. Me la dio y la armé teniendo como guía la copia en video y la restauré. Hicimos una primera proyección en el Centro Cultural Rojas a sala llena, y a partir de allí periódicamente la proyecto.

- ¿Cómo definirías a Gleyzer?
- Raymundo Gleyzer se definiría a sí mismo al revés de lo que yo lo hago: básicamente es un cineasta y un periodista. El decía que era un militante político primero, después un cineasta, y después un periodista. Eran definiciones de la época... pero creo que fue un cineasta y un periodista extraordinario, un tipo con una capacidad productiva realmente abrumadora. Si tuviera que elegir una frase para definirlo sería que fue uno de esas personas que cuando aparecen evidencian lo mediocre que es el entorno.

- La película Los traidores es el segundo de los dos largometrajes de Gleyzer.
- Sí, hizo una docena de cortometrajes y después dos largos. El primer largo es un documental que se llama México, la revolución congelada. En realidad en este cine las categorías se ponen en cuestión, porque Los traidores es una ficción para ponerle una clasificación de videoclub, pero en realidad no hay una sola frase de la película que no se haya escrito a partir de la realidad. O sea, se hizo una investigación periodística seis meses antes, se tomaron datos y se incorporaron al guión. Se trata de la historia de la corrupción de la dirigencia sindical, para la cual Gleyzer y su guionista entrevistaron a sindicalistas (como a Lorenzo Miguel, por ejemplo), jefes de personal, delegados de fábrica, gente de las comisiones internas y obreros, todo esto para tratar de armar la historia.
En ese momento las organizaciones armadas, en particular los peronistas, habían decidido liquidar a los burócratas sindicales, entonces a cada rato ocurría el asesinato de un sindicalista. Por lo general eran tipos corrompidos, en ese momento se los ejecutaba por traidores a su clase. Y Gleyzer y su equipo decían que era un disparate, no sólo porque es obviamente un disparate, sino porque un sindicalista corrupto es reemplazado por otro igual, por lo tanto lo que hay que cambiar es la manera de estructurar el sindicalismo. Ese es el eje de la película. La película recorre en términos de ficción a un personaje que representa a muchos sindicalistas de su tiempo, y termina con su asesinato. A partir de ahí lo que pasaba, como con todas las películas militantes del período, es que se abría un debate para charlar con la gente, y para que la película sirviera como un instrumento de acción política concreta. En este caso, para plantear un sindicalismo alternativo.
La elección de la ficción como género estuvo ligada a que como ellos no podían hacer un documental, porque nunca se podría ver la realidad del sindicalista expuesta de tal manera que se pueda filmar, entonces había que recurrir a ella. Esta ficción es el caso extremo de lo que es la reconstrucción documental, que es una manera de hacer documental también: reconstruir visualmente eso que vos sabés que es de determinada forma, de manera tal que al espectador le de una idea de lo que sucede. No hay nada inventado en la película. Tiene actores, usa recursos del policial y del melodrama, pero la idea era "cómo llegar de la manera más clara y concreta a la gente?"; entonces el cine americano unía esos elementos, por lo tanto lo tomaron para contar esta historia que quizás ideológicamente es totalmente opuesta a la mayoría de las propuestas del cine americano. Pero usa un lenguaje que llega, de hecho la película es persuasiva, tiene un impacto muy grande en ese sentido. Y no se parece a ninguna de las ficciones del período. No tiene comparación con el cine político de los 60's.

- ¿Se había intentado hacer algo como Los traidores antes de esta película, en Argentina ?
- No. Lo más parecido sería Operación Masacre de Jorge Cedrón, pero es más concentrada (se centra en la llamada "Masacre de José León Suárez" ), tenía la base del libro de Rodolfo Walsh y a él mismo como guionista. Y es menos ambiciosa en términos del tamaño de lo que quiere contar. En todo caso lo de León Suárez es un hecho más puntual de la historia de la resistencia peronista, es algo más "narrable" en términos clásicos. Lo que quería Raymundo era casi te diría demasiado, porque la película todo el tiempo puede caer, pero no, lo logra. Y lo hubiera logrado mejor, si se hubieran dejado las 3 horas de película que se habían filmado y no las 2 horas que finalmente quedaron, por la sencilla razón de que era muy incómodo pasar una película de 3 horas en condiciones de clandestinidad. Hay unos 50 minutos que se sacaron; si los hubieran dejado dramáticamente el proceso de corrupción del protagonista sería mucho más verosímil, funcionaría mejor.

- ¿En qué cine se inspiraba Gleyzer para hacer su propio cine?
- En realidad no había una película previa que contara la historia en estos términos, y a la vez que no simplificara el problema, que no banalizara lo que es de por sí un problema concreto. Mientras investigábamos para hacer el libro, encontramos dos líneas: en términos de lenguaje era claro que el lenguaje tenía que se claro y directo, por lo que el cine americano es una influencia. Y había una línea de cine político en Italia, con Salvatore Giuliano y La batalla de Argelia, con películas que muchas veces reconstruían hechos históricos con una apariencia de ficción.

- ¿Raymundo pensó siempre su película unida a un debate?
- Sí, cuando empezó a hacer cine clandestino, sí. A partir de México... , película que prohibe el Ente de Calificación, lo único que puede hacer es pasarlas en cineclubes y casas particulares, y ahí empiezan los debates. Por otra parte ya estaba la experiencia de La hora de los hornos, donde la película se pasaba y se debatía después. En el caso de Gleyzer él coordinaba el debate cuando se trataba de ámbitos importantes, como villas o facultades. Gleyzer quería hacer la revolución, creía que era posible.
A él no le interesaba la idea de estrenar comercialmente su película por una razón muy sencilla: él llegaba con su película en 16mm y una pantalla para proyectársela a la gente que le intersaba, la que no iba a gastar plata para ir al cine. La pasaba allí y nada más. La película tenía que funcionar ahí, y no en la clase media. Raymundo pensaba "yo quiero militar pero sin armas, ¿que puedo hacer?" y la respuesta era la cámara.

- ¿Qué valores estéticos tiene Los traidores, independientemente de su importancia histórica ?
- Creo que es una excelente película. Lo mismo pasa con La hora de los Hornos: aunque alguno pueda decir que es un panfleto peronista, es una película extraordinaria. Los traidores tiene ideas sobre todo narrativas: está muy bien narrada y todo el proceso que cuenta está muy bien sintetizado. Además las actuaciones son creíbles, y tiene detrás un guión muy sólido.

- ¿Cómo es la evolución de sus cortos documentales al largo de "ficción"?
- La evolución es bastante natural, porque él no se propuso hacer ficción, él quería hacer un documental sobre los sindicalistas, porque era lo suyo. Entonces aplicó sus conocimientos sobre la práctica documental para darle a la película un tono testimonial. Hay una mirada que viene del documental, y que se nota en Los traidores, que sería muy difícil de alcanzar sin haber tenido esa práctica. Es una de las diferencias entre esta película y La Patagonia Rebelde, que es la película de alguien que viene de un esquema más industrial.

- ¿Quienes apoyaron a Gleyzer en el momento de hacer su película?
- La cosa varía según la época. Hay un primer momento hasta el año 1973, cuando el peronismo pasa al poder donde la cosa se complica porque los que no eran peronistas no consideraban que ese fuera su gobierno, incluso pasaron a hacer alguna forma de oposición. Como en ese momento el peronismo era abrumadoramente mayoritario, un tipo que venía militando en la izquierda y no era peronista, necesitaba de la Juventud Peronista o de los grupos de izquierda dentro del peronismo para que lo ayudaran a difundir sus materiales. En ese sentido hay un momento en donde Gleyzer recibe mucha ayuda de Jorge Cedrón, que estuvo cerca de él. El había sido el primero en hacer una experiencia de ficción clandestina, así que lo asesoró acerca de cómo se armaba una cooperativa de actores, y cómo se trabajaba.
Y si hablamos de rescatar su obra, los únicos que se animaron a hablar de Raymundo Gleyzer durante los 80s fueron Homero Alsina Thevenet, Jorge Abel Martínez y Ricardo García Olivieri. Los demás críticos no dijeron nada.

-¿Cómo fue el rodaje de Los Traidores?
-La película tiene una estructura bastante secuencial, está dividida en secuencias relativamente breves y esto permitía que se pudiera filmar en poco tiempo en cada lugar. Llegaban a un lugar, filmaban un rato y se iban, nunca se quedaban demasiado tiempo. Hay otra cuestión: el audiovisual todavía no estaba "demonizado" por el gobierno, entonces una vez estaban filmando la escena de la toma de una fábrica. En medio de la filmación los vecinos llamaron a la policía. La policía llegó, y tuvieron que explicarles lo que estaban haciendo. Y los policías les dicen "¿podemos quedarnos a mirar?". Era el año 1972, Lanusse estaba cayendo, es un momento de fervor bastante visible, el Cordobazo había pasado. No era un momento de cumbre represiva como la había habido en los primeros años del onganiato, y los que vendrían después en 1976. La diferencia es que antes te pegaban, te daban un susto, en el ' 76 te mataban.

- ¿Cómo fue la desaparición de Raymundo?
- En mayo de 1976 él desaparece. Teóricamente todavía está desaparecido. En el libro recogimos el testimonio de alguien que dice haberlo visto en el campo de concentración El Vesubio, en muy mal estado. Habría sobrevivido un mes desde su secuestro. Le desmantelaron la casa, pero lo secuestraron en la calle, saliendo de SICA donde fue a pedir unos certificados. No hay nadie que haya visto el momento en que se lo llevaron. Se sabe que fue secuestrado porque no asistió a una cita al día siguiente. Raymundo era bastante bocón, a veces un poco infantil. Con el acecho de la Triple A el clima era asfixiante, y el miedo real empieza ahí. En el ' 76 el terrorismo de la Triple A es reemplazado por el terrorismo de estado; entonces él no podía no tener miedo. Sabía que estaba muy expuesto, como toda persona que estaba ligada a la cultura, aunque Los traidores no tiene créditos, no figura ningún nombre. Igualmente no era muy difícil averiguar quién era y dónde vivía.
El se fue a Estados Unidos y Alvaro Melián, su guionista, se fue a Europa. Los dos parten para ver de qué manera podían sacar el material del país y protegerse. Alvaro se queda pero él vuelve, y a la semana lo secuestran. En esos días en que estuvo aquí vivió con un amigo, en cierta clandestinidad, pero iba a SICA y pedía certificados a nombre de él...era absurdo. Iba a los lugares que frecuentaba y era exactamente lo que no debía hacer; tenía un contestador telefónico en la casa que decía "este es el teléfono de Raymundo Gleyzer". Seguramente hacía todo esto para alejar el fantasma de la muerte. En ese momento, igualmente, tanto horror era inimaginable.

- ¿Qué pasó con las otras personas que hicieron con él la película?
- La mayor parte se fue del país. Hay dos o tres actores, que no eran actores profesionales y eran militantes, que desaparecen también. Los que se quedan por lo general no consiguen ningún trabajo. Eran actores que tenían una actitud de apoyo hacia los proyectos progresistas. En cuanto a los técnicos muchos se quedaron, pero al no haber créditos en la película estaban hasta cierto punto protegidos. Los que estaban más expuestos eran los actores.

- ¿Qué películas argentinas pueden ser consideradas cine militante después de Los traidores?
- Raymundo hizo una película más, que se llama Me matan si no trabajo, si trabajo me matan que es un mediometraje documental hermoso. Y hasta cierto punto podemos decir que lo fue Los hijos de fierro, que se terminó en 1975 pero Solanas no pudo mostrarla acá hasta que volvió del exilio en el '84. Hay gente que está haciendo audiovisuales militantes, que se pueden ver especialmente en festivales de video. La diferencia con el momento histórico donde vivió Raymundo, es que ahora todo el mundo puede hacer cualquier cosa, total a nadie le importa. Hay una indiferencia muy grande, es un sálvase quien pueda. Cuestiones como la solidaridad hoy han desaparecido. Aún sin censura, esa minoría que hace estos audiovisuales no son escuchadas. Podemos decir que Pizza, birra, faso no tiene una actitud militante pero sí una conciencia social, Mundo grúa también. Hay que pensar que hay una gran decepción con respecto a las organizaciones políticas. Pero hay directores que ven más allá de sus narices, y generan debate. Fijate que los problemas que describe Los traidores siguen vigentes: el sindicalismo en Argentina sigue siendo un desastre. Y quizás la tragedia argentina sea esa: que en 30 años nada haya cambiado demasiado. MCI

El cine quema: Raymundo Gleyzer
Fernando Martín Peña y Carlos Vallina
Colección Personas, Ediciones de la Flor
Buenos Aires, 2000



Publicado originalmente en MCI - Megasitio de Cine Independiente (http://www.cineindependiente.com.ar/)

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